domingo, 8 de mayo de 2011

La escenografía de la Postmodernidad


Para muchos escritores la postmodernidad es una reescritura de los planteamientos modernos y un relleno de los espacios que dejó en blanco la Modernidad. Pero no puede concebirse la postmodernidad como una continuidad o un progreso de la época moderna y sus ideas, porque la postmodernidad no continúa, sino que destruye, o en palabras de Derrida, deconstruye. De hecho, esta deconstrucción es una de las primeras características que nos permite perfilar el rostro de lo que Jean François Lyotard llamaba, “la condición postmoderna.” http://www.avizora.com/publicaciones/textos_historicos/jean_francois_lyotard/0001_la_condicion_postmoderna.pdf

Antes de destruir, los postmodernos observaron ciertos pilares de lo que se llamó Modernidad, que por un lado eran inconsecuentes, y por otro, insostenibles.

La Modernidad fue una época de alumbramiento, que cimentó toda su estructura en lo que Lyotard denominó “Los Grandes Relatos”. Estos grandes relatos corresponden a los proyectos y concepciones que fundamentaron toda la cosmovisión y política de esa época, y se pueden resumir en tres:

·      Un primer gran relato tiene su origen en la historia concebida como relato único
·      Un segundo gran relato es la instauración de “ideales modernos” como el del “hombre ideal”, que debía responder a cánones europeos.
·      El tercer gran relato era la creencia en que el único punto de vista correcto y supremo es el corroborado y respaldado por la razón. Y que además a través del desarrollo de la razón es que se podría conseguir el bienestar del hombre y el progreso industrial.


La postmodernidad surge como una reacción alérgica a todas estas ideas. De hecho, Jean François Lyotard dedica todo su libro La condición postmoderna, a dar cuenta del fin de  los grandes relatos.
Una de las razones planteadas por Lyotard se ve reflejada en la siguiente frase que promulgó Gianni Vattimo en su libro En torno a la postmodernidad: “no existe una historia única, existen imágenes del pasado propuestas desde diversos puntos de vista, y es ilusorio pensar que exista un punto de vista supremo (…)” Gianni Vattimo.


En resumidas cuentas ningún ideal modernista es sostenible en un mundo globalizado y conquistado por los medios de comunicación masivos, que transgreden fronteras, pluralizan y conectan todas las culturas, haciendo posible la circulación de millones de perspectivas y millones de ideales, de millones de puntos de vista sobre la historia, y millones de hechos que amenazan la autenticidad de la razón, amenazando también a la verdad.

A partir de esta puesta en duda de la verdad, es que aparece Derrida y plantea la deconstrucción, no como un concepto meramente teórico, sino como una acción que propia de la postmodernidad. Es una acción que “trata siempre de deshacer, des-edimentar, descomponer, des-constituir sedimentos, artefactos, instituciones”, con el objetivo de desnudar las estructuras y desde ahí cuestionar la necesidad de una verdad.
En consecuencia, Derrida comienza a perfilar el fondo de un nuevo útil conceptual de la postmodernidad: la subjetividad.
Además de cuestionar la verdad,  cuestiona la existencia de estructuras invariables o de textos. Derrida no concibe la idea de que los textos posean una unidad de sentido y que por tanto, el objetivo del interprete es aprehender ese sentido,  descifrar el verdadero significado y así ofrecer la interpretación definitiva.
Así como ya no existe una historia única, tampoco existe una verdad única, sino más estamos inmersos en un mundo con muchos criterios de verdades diversas. Es esta irrupción y aceptación de la diversidad la que le arruina la vida a lo objetivo y lo obliga a ser prefijado por sub, para dar origen a una de las palabras más recurrentes en nuestros discursos: subjetividad.





Todos lo planteamientos desarrollados anteriormente, se reúnen en el hecho de que vivimos en un mundo que no puede ser estandarizado, ni mirado y determinado por una perspectiva. Hay muchas visiones, hay muchos ideales. Existen veces que estos reúnen y caminan hacia un objetivo, pero es innegable la existencia de otra fuerza que vaya en contra, de otro grupo de gente que mire al revés y busque el objetivo contrario. Por lo mismo es que Derrida decide deconstruir, pero no para volver a construir otra alternativa, sino para quedarse en la permanente conciencia de vacío.

La postmodernidad en la medida que se presenta como un antagonista de su precedente, también comienza a mirar a la sociedad de ese momento y se percata de ciertos fenómenos y situaciones que terminan siendo objeto de sus opiniones y argumento de sus ideas.
La sociedad de comienzo y mediados del siglo XX es testigo de los progresos que se alcanzan por las revoluciones industriales y la guerra. La televisión, el video, el cine, la radio, la fotografía, son elementos tecnológicos que se incorporan en nuestras vidas. Estos elementos con el paso de los años comienzan a masificarse a tal punto, que se les acuñó el concepto mass media, o, medios de comunicación masivos.
Para los postmodernitas la incorporación y el uso de estos elementos acabó con la realidad y dio paso a una era de la simulación. Esto lo explicó muy bien Manuel Almagro en su libro A dust of Word. Novelas y Postmodernidad (http://books.google.cl/books?id=QCXK4XgNuaAC&pg=PA3&dq=manuel+almagro,+a+dust&hl=es&ei=tf3GTfPmFMrbgQfK9fTKBA&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=1&ved=0CCkQ6AEwAA#v=onepage&q&f=false), donde dijo:


  • “nos paseamos por el mundo experimentándolo de manera casi virtual […] porque frecuentemente la experiencia de ese mundo se da a través de la lente de una cámara fotográfica o de video […] [vemos] la realidad no directamente, en el espacio y en el tiempo, sino de forma mediada a través de la cámara, y no ahora, sino después en casa, en el televisor” (p. 18)
  • “la función de la experiencia no es tanto ser vivida sino como ser revivida a través de un soporte material” (p. 18)
  • “[…] supone no una continuación, sino una desviación completa y un cuestionamiento explícito del proyecto de la modernidad” (p. 24)

La simulación, la falta de historia única, la irrupción de una multiplicidad de puntos de vista, no sólo fueron teorías que quedaron en la boca de los filósofos. La postmodernidad se les escapó de las manos y encontró en el arte el material perfecto de difusión y de materialización. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario